viernes, 15 de abril de 2011

Quedan 615 días

En esta cuenta atrás este diario no debe ser una prioridad, aunque sí reconozco que me sirve para desahogarme. No tendría mucho sentido tener un horario disciplinado para escribirlo. Y más teniendo en cuenta en los horarios que me muevo últimamente.Anoche terminé probando carabineros en el Pimpi Florida, un antro singular del Palo, donde folclore y ácido úrico conviven en perfecta armonía. Y después la velada se convirtió en madrugada en el centro de la ciudad.
Pero, antes de contar mi noche, tengo que relatar lo que aconteció en horario diurno. Me desperté temprano para dejar la habitación del hotel, ir a firmar el contrato de alquiler y comenzar con mi mudanza. En casa encontré a Teresa con su hermana, quien me recriminó que utilizara mis llaves y no el timbre. No hubo más reproches. En una vieja maleta metí la ropa que creí que iba a utilizar. Nada de trajes grises, camisas blancas o corbatas. Me llevé el reproductor de DVD para poder seguir viendo Califronication.
Dije a la vaca burra que la llamaría después de Semana Santa para empezar con los trámites del divorcio. Se puso a llorar mientras que su hermana repetía una y otra vez: "No re reconozco".
Después de sacar dinero de un cajero automático, me puse a hacer de nuevo números. Espero que me despidan pronto, en cuanto vuelva al trabajo. Teresa aún no me ha dicho nada, pero pronto averiguará que he hecho varios pagos elevados con la tarjeta de crédito y he sacado cantidades importantes de la cuenta corriente para abonar la fianza del alquiler y para comprar ropa. Ahora queda un saldo positivo de poco más de mil euros. Y no sólo para mí, claro. Para los pequeños demonios y para la vaca burra también. Me estoy planteando ir pronto a Gibraltar, donde está domiciliada la sociedad mercantil con los veinte mil euros que para Teresa están en un rentable fondo de inversión. He decidido que el lunes iré a pedir un préstamo personal del que, por supuesto, sólo pagaré algunas letras.
Para despreocuparme me fui a El Hamman, unos baños árabes que están en el mismo centro. Era la primera vez que alguien me daba un masaje. Estoy seguro que repetiré. Al igual que volveré a ir al Pimpi Florida, donde anoche me estrené  también con los carabineros. Me zampé dos. Costaban nueve euros cada uno, pero un placer para el paladar como ése no tiene que entender de pecunias. Gabi me llamó antes por la tarde para decirme que venían dos amigos suyos de Madrid y que nos quería dar una sorpresa a los tres. No se equivocó de lugar. Un pequeño paraíso en forma de tugurio donde todos los que estábamos en el lado correcto de la barra nos pudimos desinhibir con Privilegio del Condado, bichos marinos y copla española.
Después recuerdo que nos fuimos en taxi hasta el centro. A partir de ahí poco más. Sólo sé que volvimos de nuevo al Indiana y estuve haciendo el payaso. Tuve que estar gracioso. Así lo atestigua al menos la servilleta que he encontrado esta mañana en mi camisa con una dedicatoria firmada con el nombre de una tal Susana y un beso de pintalabios.
Gabi me ha dicho que este fin de semana no haga planes. De momento, me voy a ir a desayunar y a pasar la resaca en el centro. Estoy descubriendo realmente esta parte de Málaga. Me tiene hechizado.
Mientras tanto, soy consciente de que nos restan sólo 615 días.

1 comentario:

  1. http://www.youtube.com/watch?v=TylvUGJIi_w&feature=related

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