lunes, 23 de mayo de 2011

Quedan 577 días (Experiencias hispalenses)

Intenso fin de semana en Sevilla. Salimos el viernes por la tarde de Málaga y antes de las nueve de la noche ya estábamos alojados en el hotel Posada del Lucero, un cuatro estrellas donde habíamos encontrado una buena oferta. De allí fuimos a tapear a la Alameda de la antigua Híspalis. Gabi y Rubén habían quedado allí con algunos amigos sevillanos y onubenses para asistir todos juntos a un festival de conciertos, "Territorios". De buena gana me hubiera quedado tomando gambas, camarones y otros bichejos, pero me habría quedado solo allí. No tuve más remedio que tragarme varias actuaciones. Uno era de Raimundo Amador, del que conocía varios temas; otro era Vetusta Morla, uno de esos grupos poppies de moda. Estábamos tan lejos del escenario que llegué a pensar que quien cantaba era una chica, pero no era así. Por último, vimos a unos británico-hindúes con mucho ritmo exótico. A esa hora ya me hizo efecto aquella maldita pastilla que me dio Gabi. Sólo sé que no paré de bailar y que el sábado me levanté a las tres de la tarde con jaqueca y dolores musculares provocados por las agujetas. También por algún que otro golpe que me tuve que dar, ya que tenía varios moratones en las rodillas, el brazo derecha y el costillar.
El sábado terminamos comiendo a las cuatro de la tarde en el centro de la ciudad. Después, contra mi voluntad, asistimos a la concentración de los desarrapados de "Democracia Real Ya". Mucho sudor, poca higiene corporal y casi nada de sentido común. Para cuatro días que nos quedan mejor olvidarse de la política. Continuamos en las calles hasta alta horas de la madrugada. Primero, digerimos varias cañas en "El Tremendo", un clásico sevillano. Seguidamente, llenamos nuestros estómagos en un bar de tapas cercanos, donde nos pusieron croquetas de bacalao, montaditos varios y ensaladilla de huevas. Continuamos en un curioso bar de copas, "El Urbano", que en su interior recrea una calle, con sus farolas, sus aceras y sus toldos. Allí la embriaguez desató la euforia y ésta provocó a su vez brindis acrobáticos que derivaron en rotura de cubatas y cervezas. Llegué a perder el control y recuerdo que me subí a una mesa de billar. Cogí un taco y fingí que era una guitarra para tocar los acordes del "Rock and roll" de Led Zeppelin, que sonaba con fuerza. Una camarera de brazos tatuados me bajó de allí y me sacó en volandas al exterior. No me reconocí. Creo que todavía estaba bajo los efectos psicotrópicos del día anterior.
Por mi culpa tuvimos que cambiar de bar. Una amiga de Gabi y Rubén nos sugirió otro antro. Dijo que estaba cercano, pero veinte minutos más tarde todavía estábamos andando y sin saber muy bien hacia dónde. La chica-guía, de nombre Renata, aseguraba que tampoco era para tanto. Poco después llegamos a un bar casi vacío y entre todos la pregonamos. Pobre. No se lo tomó a mal, pero al final nos decantamos por retirarnos al hotel. Eran casi las cinco de la madrugada.
Hoy nos hemos levantado casi a las dos de la tarde y hemos regresado a Málaga en el coche de Gabi. Venía Rubén y también Renata, que ha insistido en todo el trayecto que es normal eso de tener que caminar anto para ir de un bar a otro en Sevilla.
Al llegar a Málaga nos hemos ido directamente a Pedregalejo a disfrutar de un gran ambiente veraniego. Gabi, Rubén y yo hemos disfrutado con los escotes generosos y los bikinis minúsculos, sentados en Las Chanclas tomando mojitos. A las diez de la noche he regresado a casa. Me he quedado dormido, pero me acabo de despertar para escribir mi paso por Sevilla.
Mientras tanto, nos quedan tan sólo 575 días para el fin del mundo.

4 comentarios:

  1. Bares, bares, más bares y continuas borracheras que traen consigo resacas descomunales. En eso aprovecha Ernesto lo que, supuestamente, le queda de vida. Señor Ernesto, hay cosas mucho más interesantes que hacer en sus últimos días de vida, como disfrutar de las maravillas que te ofrece la ciudad de Sevilla, un amanecer en las playas de Pedregalejo, montarse en globo o jugar al Scalextric con uno de los hijos de la vaca-burra, que no los suyos, por poner un ejemplo. Dudo mucho que vd. esté disfrutando de la vida, y si vd. cree que disfruta es que no tiene ni puta idea de los placeres de la vida. Además, y como dice Homer Simpson, "me aburroooooo"

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  2. Estoy contigo, a mi tampoco me parece que esté disfrutando de la vida... Además hay que darle un poco de vidilla al relato, esto empieza a parecer las crónicas de un borrachuzo sin cerebro.

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  3. ¡Hola! El blog está bien para conocer garitos e ir de marcha, pero le falta chispa.

    Yo sigo este: www.diariodeuncompletogilipollas.blogspot.com

    Me parto de risa.

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  4. Ernesto, ni de coña cambies. Pa cuatro días que te quedan en el convento cágate en él, pero antes te bebes el vino de los monjes.

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