miércoles, 18 de mayo de 2011

Quedan 582 días (París bien merece una misa, pero la democracia ni eso)

Ya lo tengo decidido. París será mi próximo destino urbanita. He hecho esta mañana una reserva en la agencia de viajes que hay en calle Nueva. Parto el próximo miércoles y estaré hasta el lunes siguiente. Espero aprovechar bien mi estancia en la 'ciudad de la luz'. Después de decantarme por la capital gabacha, he llamado por teléfono a Marcela. He conseguido hablar directamente con ella. Se ha mostrado muy feliz de escucharme y yo he fingido lo mismo para estar a su altura sentimental. Le he dicho que me voy a París la semana próxima y la he invitado a que me acompañe. Me ha dicho que se lo pensará. Me ha insistido en visitarme en verano.
He almorzado en uno de esos chiringuitos del paseo marítimo Antonio Banderas. Me apetecía pescado, pero finalmente me he terminado comiendo un arroz con bogavante, acompañado por un vino del Condado de Huelva. No creo que haya mejor maridaje que ése. Como postre, he apostado por un pacharán casero. He mandado otro sms a Zelma. Hace unos días que le envié uno avisándole de que ya estaba en Málaga, pero no me ha hecho caso ni entonces ni hoy. No entiendo para qué me dejó entonces su número debajo de la puerta. Bueno, demasiadas complicaciones tengo ahora para pensar en ella.
Para digerir el almuerzo me he dado un largo paseo litoral, desde Huelin hasta los Baños del Carmen y vuelta a casa. He subido por calle Larios y me he encontrado a una veintena de desarrapados con intenciones de acampar para reivindicar una democracia real. Ingenuos y cándidos. Éstos tampoco se enteran de que ya no merece la pena luchar por los ideales. Esto se va a la mierda. No hay vuelta de hoja. Al igual que otros transeúntes, los he observado. He llegado a dialogar con una chica, de las que ahora llaman 'pihippy', de aspecto bohemio y alternativo, pero con un coche que le paga su papá. Me ha intentado convencer del sentido de la protesta. Le he preguntado si sabía qué diferencia existe entre democracia y dictadura. Me ha empezado a largar una diatriba insufrible y la he cortado con una respuesta que lleva el sello de Bukowski: "En una democracia primero votas y después recibes órdenes. En una dictadura no tienes que perder el tiempo votando". La chica me ha recriminado mi postura y ha terminado llamándome fascista. ¿Todavía no se entiende que el hombre es egoísta casi por definición y que, por eso, el planeta nos quiere borrar del mapa? Esto no lo digo yo. Lo afirman Nostradamus, los mayas y lo apoya la propia Nasa.
Me he desviado hacia calle Carretería para comer en el Rúcula, otro sitio de esos que apuestan por la 'nouvelle cuisine' sin tener ni puñetera idea del concepto. Estoy seguro de que ninguno de los que trabajan allí han pisado París en su vida. Yo tampoco, pero en breve podré presumir de ello.
Mientras tanto, quedan 582 días.

No hay comentarios:

Publicar un comentario