jueves, 18 de agosto de 2011

Quedan 490 días (Burundanga)


Llevo días pensando en el concepto de 'fiesta sorpresa' de Albertllanes. No había cavilado mucho en lo que podía deparar aquel evento especial de los 500 días -aunque realmente ya habíamos pasado esa fecha simbólica-, pero nunca esperé que mi nuevo amigo organizara algo tan estrambótico.
Salí sobre las nueve de la noche de aquel anómalo viernes. Iba en sentido contrario a la muchedumbre. Yo salía de mi casita de Pedregalejo y cientos de personas llenaban las playas y el paseo marítimo de Pedregalejo para ver los fuegos inaugurales de la Feria de Málaga. Llegué relativamente puntual, a pesar de que estuve bastante rato buscando un taxi y, para colmo, éste se perdió por las calles sin salida de Pedregalejo Alto. Al final, el 'gps' y algo de sentido común me dejaron en la puerta de un chalé de grandes dimensiones, pero sin excesivos lujos. Lo mejor era la vista. La luna llena brillaba con intensidad en las aguas del Mediterráneo. Albertllanes hacía de anfitrión, pero la casa no era suya. También estaba allí Mr. Mortimere. Y además de ellos dos, una veintena de invitados, aunque creo recordar que casi una quincena eran mujeres y, en su mayoría, de muy buen ver. Algunas iban en bikini porque ya se habían dado algún chapuzón en la piscina. Y las que no llevaban alguna copa en la mano. Habían preparado dos grandes barreños, uno con mojito cubano y otro con sangría española. Todo parecía relativamente normal. Bueno, todo, menos el tipo que se había encargado de preparar las bebidas. Era un tipo calvo, bajo y con algunos kilos de más. No para de reírse y usaba palabras extrañas que provocaban carcajadas entre los presentes. Recuerdo que me dijo algo así como que era un 'goglu' o un 'goglo'. También se refirió a una chica como un 'pobo'. En ningún momento le encontré la gracia. Pero, en ningún momento me creó desconfianza ni él ni las bebidas que había preparado.
Apenas llevaba media hora en aquella fiesta, cuando Albertllanes bajó la música y mandó callar a todo el mundo.
- Ya estamos todos, amigos -gritó-. Esta noche va a ser irrepetible, pero pocos la recordarán. Brindemos todos.

Sus palabras sonaron tan enigmáticas que fueron seguidas de un murmullo generalizado. El autor del mojito y de la sangría gritó  "vamos, señores" y levantó la copa para que todos le siguiéramos. Y así lo hicimos.

Nadie podía sospechar que en los dos barreños había una alta dosis de una sustancia alucinógena. Apenas una hora más tarde aquello se convirtió en una bacanal. Algunas de las chicas comenzaron a quitarse toda la ropa y a tirarse al agua. Y creo recordar que yo fui el primer hombre en seguirlas. Detrás de mí me siguieron casi todos, salvo Albertllanes, que no paraba de hacer fotos, y su amigo calvo, que no paraba de soltar risotadas. 

Eso es lo último que recuerdo antes de despertarme en una cama de aquel chalé. Estaba solo y desnudo. El sol brillaba con fuerza, pero no con la fuerza de la mañana. Salí por un salón donde el reloj apuntaba las cinco de la tarde. Logré salir al espacio exterior donde no encontré a nadie. Todo estaba recogido. Parecía que allí no había pasado nada la noche anterior. Reconozco que cierto pánico se apoderó de mí y me fui corriendo hacia la puerta. Pero tenía la cerradura echada. Tuve que saltar por la valla utilizando una escalera portátil que encontré en el jardín. El salto me provocó una torcedura en el tobillo izquierdo. No podía andar del dolor y decidí llamar a urgencias. La ambulancia llegó casi tres horas más tarde. Me llevaron de nuevo hasta el mismo hospital del que me había escapado días antes. Soporté casi dos horas de espera antes de que me hicieran una radiografía. Aquello estaba lleno de borrachos con comas etílicos. Recordé que la feria había empezado. 

Entré en una consulta donde una joven y atractiva traumatóloga me atendió con mucha amabilidad. 

- Tiene usted un esguince de tobillo de primer grado, así que tendremos que vendarle el tobillo y estará quince días de descanso en casa. ¿Necesita una baja laboral?

- No, gracias, no me hace falta.

La doctora comenzó a rellenar el formulario en voz alta. No estaba muy atento, pero la escuché decir "lunes 15 de agosto".

- Disculpe. Hoy es sábado. Bueno, técnicamente domingo porque casi es la medianoche -la interrumpí con toda la simpatía que podía desprender en aquel momento.
- Imposible, caballero. En todo caso sería martes 16, pero faltan algunos minutos. Hoy todavía lunes he vuelto de mis vacaciones y me ha tocado el peor turno de urgencias, así que lo recuerdo perfectamente.

Aquella mujer me debió tomar por un enajenado. Y en realidad en ese momento lo estaba. Había estado dos días y medio inconsciente. Cuando salí de allí intenté llamar desde mi móvil a Albertllanes para pedirle explicaciones, pero curiosamente su número no aparece en mi agenda.

Tomé un taxi hasta Pedregalejo y cuando llegué me atiborré de pizza precongelada. Había tomado conciencia de las horas que llevaba sin comer.

No dormí esa noche y ni siquiera en las dos siguientes. Llevo todo este tiempo dándole vueltas a lo que ocurrió y a qué sustancia debimos tomar. He indagado por Internet y sospecho que nos dieron algo que se conoce como la burundanga, aunque en realidad se llama escopolamina. Es una droga tóxica que si se usa en grandes dosis puede provocar la pérdida de la conciencia. Es también un desinhibidor sexual y funciona como un suero de la verdad. Este malnacido de Albertllanes experimentó con nosotros. He encontrado en la red noticias que hablan de un posible uso en algunos bares de la ciudad. No sé si ir a denunciarlo a la comisaría o esperar. No me quiero meter en líos. He encontrado algunos arañazos en mi espalda y en mis piernas. No sé qué habrá pasado en estos días de pérdida de conciencia.
Y además mi tobillo duele a rabiar. Me he comprado unas muletas y sólo voy a comer al paseo marítimo. Y, por supuesto, no me faltan los mojitos de Las Chanclas. Eso sí, ahora cada vez que pruebo uno dudo sobre lo que llevará como ingredientes. 

He decidido ir esta noche a su casa de Almayate y a aquel chiringuito, El Hornillero. Quizás esté allí o alguien sepa de él. Lo primero que haré es partirle la cabeza con una muleta.

A pesar de todo eso, no me siento del todo infeliz, aunque sí reconozco que me siento frustrado por haber perdido en ese limbo casi tres días. Y ahora sólo quedan 490 para que esto se vaya definitiva y absolutamente a la mierda.

3 comentarios:

  1. Pues ya sería otra cosa, porque la Escopolamina no tiene esos efectos (de "deshinibición sexual")...y veo dificil que te levantases tu solo (sin médicos de por medio) 48 horas después. Pero bueno...quizá te dieron otra cosa.

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  2. Creo que puede ser fantasiotonina, suele aparecer de forma natural en la sangre tras el quincuagésimo cuarto pajote pensando en las guarras de La Chancla.

    Anda y vete al Scandalo, que te lo mereces...

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