viernes, 6 de mayo de 2011

Quedan 593 días (Primeras en Londres)

Por fin, estoy en Londres. Llevo día y medio en esta ciudad increíble y me había olvidado de escribirlo. Antes relataré mi salida de Málaga. Tal y como me propuse, me vengué de los gritones. Me está gustando esto de ser travieso, que no malvado. A las cinco de la mañana cerré con cuidado mi puerta. Y con la cuerda que compré até los pomos de las puertas de mis dos vecinos chillones. De esta forma, en cuanto intenten salir necesitarán llamar a alguien. Sólo somos tres por planta y yo no estaré, claro. Es una lástima que no pueda ver el espectáculo.
Con una sonrisa cogí el taxi que había reservado en la noche anterior y me fui al aeropuerto. Hacía más de dos años que no pasaba por allí y me sorprendió eso que llaman T-3. Mi vuelo salió con algo de retraso por la bruma que entraba de la costa. A las nueve y media de la mañana hora española ya estaba pisando suelo londinense. Tomé un taxi para ir al hotel. Sólo por subir en uno de esos vehículos clásicos merece la pena. ir a Londres. Me llevó hasta el hotel Selfridge, situado en el corazón de Oxford Street. Es un cuatro estrellas cómodo, aunque no estoy pasando precisamente mucho tiempo en él. Después de acomodarme y cambiar euros en libras, salí a recorrer las calles del entorno. Durante toda la mañana compré ropa carísima y algunas las pagué con la tarjeta Ikea Family. No quiero saber la cara que pondrá la vaca burra cuando vea los extractos.
Después me permití el lujo de comer en el Oxo Tower. Lo mejor no es la cocina sino la vista. Londres estaba ayer radiante, iluminado, soberbio. Y así lo veía desde mi ubicación privilegiada. Me costó desenvolverme al principio con el idioma. Por falta de práctica, claro. Hablé un buen rato con los camareros. A ellos no les parecía tan soberbia la ciudad. Normal. Están todo el día pensando en trabajar para subsistir. ¡Ay!, si ellos supieran.
Eché una siesta en el hotel y volví a salir por las calles de Londres. Me subí en uno de esos autobuses rojos y llegué hasta Picadilly Circus. Tomé un café en la misma plaza mientras anochecía. Y eso me hizo despertar el apetito. Hice caso de la recomendación de la guía que compré en Luces y me fui al Simpson's-in-the-Strand. Al parecer es uno de los restaurantes más famosos de Europa. Y por el precio lo es. No se cena mal. Durante la cena me entretuve haciendo una lista de los restaurantes donde he comido en estos últimos días y en cuales repetiré. Así me he percatado de que ya llevo un mes de mi nueva vida. Y lo que me queda por disfrutar. Tenía la intención de ir al Soho para tomar unas copas, pero estaba muy cansado. No estoy tan acostumbrado a andar y anoche apenas dormí.
Esta mañana me he tomado un soberbio desayuno inglés en el hotel y he tomado bastante energía para seguir recorriendo la ciudad. Todo lo que puedo lo hago a pie, aunque también he vuelto a coger autobús y taxi. El metro sólo una vez. Me da claustrofobia y parece sucio.
He almorzado en el Roast, otro restaurante famoso por su cocina británica. Allí me he zampado un "rib eye steak" de casi medio kilo. He terminado tan saciado que he decidido saltarme hoy la cena. Después he ido a pasear por Hyde Park. Me ha sorprendido ver un zorro como Pedro por su casa.
Ahora estoy terminando de relatar mis primeras horas en Londres para adentrarme en el Soho. Es un barrio que promete, aunque por lo que he leído no es ni mucho menos lo que llegó a ser hace algunos años. Probaremos suerte. Mi primer destino: Barsolona. Ha sido la recomendación de Gabi.
Mientras tanto, quedan 593 días y algunas horas más para que todo esto se acabe.

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