miércoles, 27 de abril de 2011

Quedan 603 días (El juego de la persecución)

Esta mañana me he levantado tan liberado de obligaciones que casi llego tarde a la cita con el abogado. He llegado casi sin respiración a su despacho de la calle Trinidad Grund. Cuando he recuperado el aliento, le he contado casi todos los detalles de mi situación. Sólo he omitido lo de la sociedad gibraltareña. No creo que tenga que saberlo. Se ha mostrado optimista, aunque me ha dicho que no tenía que haber hecho ninguna oferta a la vaca burra sin su asesoramiento. Nunca he tenido habilidad para negociar. Lo reconozco.
La reunión ha durado casi dos horas, así que lo primero que he hecho nada más salir ha sido almorzar. Esta vez no he tenido un antojo especialmente sibarita. Me he metido en la Antigua Casa de Guardia para tomar unos mejillones, unas bocas de mar y unas conchas finas. Los he acompañado con unos 'Lágrima'. Con ese nombre ha frenado mi euforia y me ha hecho pensar en el crédito personal. Mañana tengo que ir al banco y llevar la nómina de marzo, que aún es válida, y el aval del piso. Espero que no me pongan problemas para la cantidad que necesito.
Esta tarde me he acercado hasta una agencia de viajes situada en calle San Juan para buscar billete y hotel para Londres. He decidido que me voy la semana que viene. He reservado para pasar mi estancia entre Oxford Street y Picadilly Circus.
Al salir del establecimiento, he llamado a Teresa y me ha dicho que ya tiene abogado. Perfecto. Creo que ha colgado bruscamente porque ha empezado a gimotear. Yo casi también suelto mis lágrimas, pero de alegría, claro. Tanto alborozo me ha hecho mandar un sms a Adriana, pero justo después de enviarlo me he sentido ridículo: "Hola, sabes que cuando quieras estoy disponible". No se puede ser más patético La culpa es del instinto animal.. Lo peor es que a esta hora de la noche ni ha respondido. Intento que mi orgullo no se resienta por esas cosas. Al fin y al cabo, no pierdo nada.
Para desquitarme he decidido pasear por el centro sin un rumbo fijo. He decidido seguir a las mujeres que tuvieran cierto atractivo hasta que se cruzaran con otras. Hoy precisamente la calidad no abundaba por la ciudad, así que he pasado casi media hora detrás de una chica de vaqueros muy ceñidos que me ha llevado desde la plaza de la Merced hasta Compás de la Victoria. Ha notado mi persecución, así que he decidido acabar con el juego en ese momento.Y allí estaba el Restaurante Montana. Tanto andar me ha abierto el apetito. Me he sentado en un salón donde no había nadie. Le he dicho al camarero que prefería ir a otro sitio y me ha recomendado que me fuera a la zona de tapas que se encuentra dentro del  propio establecimiento. Ha sido todo un acierto.Me he zampado una ensalada de ventresca con gelatina de Bloody Mary, foie casero macerado en Brandy de Jerez y un flamenquín de secreto ibérico con salsa de setas y trufa. Lo he regado con una botella de Martúe, un vino de Castilla. Todo ha sido sublime. Volveré.
He regresado a casa y me he servido Cardhu para celebrar mi primer día como desempleado y empezar a escribir mi relato de hoy.
Y ahora quedan 603 días.    


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